![]() |
Reikista imponiendo manos a un enfermo en un hospital de USA |
Emily Rosa está en la Historia de la Ciencia por ser la persona más joven en llevar una de sus investigaciones a las páginas de una publicación.
Y lo hizo con un trabajo que desmontó a la supuesta medicina alternativa del toque terapéutico, una técnica de sanación relacionada con el reiki.

El terapeuta, a modo de guía, puede imponer las manos para cambiar el flujo del chi (para los chinos la energía espiritual del universo) o prana, en su versión india, que hace mejorar la salud del enfermo. Un tratamiento que la ciencia nunca ha aceptado.
Aunque tanto el reiki como el toque terapéutico suenan a algo ancestral de miles de años de historia con una profunda base espiritual, lo cierto es que son técnicas que se inventaron en el siglo XX.
Dolores Krieger (izquierda) y Dora Kunz, las inventoras del Toque Terapéutico. |

Un trabajo de 4º curso
Una de esas niñas que no paran de cuestionárselo todo se lanzó a descubrir qué había detrás del toque terapéutico.
Emily Rosa, entonces una estudiante de cuarto grado en un colegio normal del estado de Colorado, diseñó un sencillo experimento para determinar si los «terapeutas» pueden o no sentir el «campo energético» de los seres humanos. El resultado no pudo ser más claro: apenas sentían nada.
El proceso era simple: Emily Rosa se sentaba frente al terapeuta. Entre ellos una mampara de cartón impedía poder verse cara a cara. Solo había dos huecos en la pantalla por donde el experto en toque terapéutico introducía sus manos. En ese momento Emily elegía acercar su mano (y con ella su supuesta energía vital) a una de las dos extremidades del terapeuta, que debía «sentir» sobre cuál de ellas se situaba (sin aproximarse demasiado para que no sintieran el calor corporal, algo realmente constatable sin ningún poder místico).

Tanto es así que la elección de la mano sobre la que Emily enviaba su energía la hacía con la ayuda de una moneda lanzada al aire. Puro azar, pura estadística.
Sin embargo Dolores Krieger, la fundadora de esta medicina, no se prestó al experimento.
«La ví y estaba muy asustada», contaba la niña en una entrevista. Una entrevista en la que también sorprende descubrir su «mente científica», siempre buscando que otros refutaran su experimento, esperando que otras personas repitieran su prueba para poder afirmar con seguridad su verdad: la verdad de la ciencia contrastada.
El resultado de tanto esfuerzo llegó en 1998 con la publicación de su trabajo en la revista Journal of the American Medical Association. Un logro épico para el trabajo escolar de una niña de 11 años.
Fuente: http://www.abc.es/ciencia/20140812/abci-reiki-experimento-fraude-201408111236.html